Integridad: el verdadero valor de las personas

En referencia a las personas, cuando hablamos o escuchamos acerca de términos como: honestidad, rectitud, honradez, entre otros; se nos viene a la mente una imagen tipo, de aquellos modelos de personas en donde se resaltan cualidades positivas que diferencian a unas de otras respecto a los principios que poseen y que se vuelven al fin y al cabo en una marca o imagen personal.

 

De sentido contrario, muy a menudo en estos tiempos a través de los medios de comunicación o redes sociales, vemos de manera permanente, términos referidos a: engañar, culpar a otros, mentir, lo cual también nos señala un modelo o tipo de personas; con lo cual la gama de principios en las cuales las personas se desarrollan es muy amplio, llevándonos a la siguiente pregunta: ¿Cuál es el verdadero valor de una persona?, en relación a los principios que tienen.

 

Para determinar la respuesta, tendremos que desarrollar el análisis del significado de la palabra valor, como intangible que una persona carga sobre sus espaldas y que puede evidenciarlo sin tener ninguna marca distintiva, pero que; con sus actos y comportamientos determinan cual es su valor respecto a otras.

 

Cuando hablamos de actos o comportamientos, necesariamente estamos relacionando conductas, dado que las conductas se materializan sobre los principios que una persona posee y con las cuales es formado desde niño en el hogar y conforme avanza su desarrollo en la vida va conociendo lo malo, bueno, prohibido y permitido; la suma de todo ello, en un estricto equilibrio, terminará dando un valor a la persona.   

 

Asi, una persona con buenos principios, sólidos y arraigados difícilmente podrá estar en el circulo vicioso de aquellos para los cuales el ser recto, honesto y honrado no suma o incrementa su valor. Sin embargo, es importante destacar, que tambien en el grupo de los honestos, rectos y honrados, por si solos, no llegan a obtener el valor mas alto, ya que la formula requiere que las personas sean adicionalmente y primariamente “integras”.

 

La integridad es aquel principio en el cual una persona establece en sus actos diarios el cumplimiento de la triada: lo que pienso, digo y hago deben de guardar coherencia y en resultado ser lo mismo. Por ejemplo, si pienso y digo que es malo mentir, no debo de mentir.

Si enseño a mis hijos que la honradez es una cualidad muy importante en las personas, pero yo recibo sobornos, entonces no soy coherente con mis principios, por tanto no soy integro. Hay personas honradas, pero no integras.

 

Así pues el verdadero valor de las personas esta influenciado directamente por el nivel de integridad que posee y cuan arraigado esta este principio en su mente, lo cual conlleva a generar credibilidad. 

 

Daniel Goleman (1998) en su libro “la practica de la inteligencia emocional”, refiere que la credibilidad surge de la integridad y que la suma de ambas generan confianza.

 

Por otro lado, Yokoi kenyi (2015) relaciona y compara el término honestidad e integridad, que para muchos de nosotros podrían ser sinónimos, sin embargo, en la comparación realizada surgen grandes diferencias, dentro de las cuales se destacan, que para el caso de la honestidad se vinculan a lo que yo hago, yo digo, a mis actos públicos y como las otras personas me ven. Mientras que por el lado de la integridad, se vincula lo que yo soy, lo que pienso, lo que hago cuando no me ven y con lo que yo veo de mi. 

 

Finalmente, el verdadero valor de las personas radica en la integridad, la cual es asumir la responsabilidad de nuestro actuar personal (piensa,dice,hace) en nuestra vida diaria y que a su vez sea ejemplo para quienes nos rodean: familia, jefes y colaboradores, amigos.

#integridad

Jorge Padilla Ramón

Lima, 27 noviembre 2020.