Los valores en el abismo


Hace unos días escuchaba en una conferencia relacionada a transportes, que la tendencia actual para modificar los “patrones de conducta insegura” estaba en la aplicación de una cultura de “seguridad basada en el comportamiento”, todo ello a la luz del empleo, compromiso y difusión por parte de las empresas de este rubro, en sistemas de auditorías, reglamentos internos, procedimientos, equipos de supervisión, tablas de velocidad, y hasta el empleo de Inteligencia Artificial para evaluar por ejemplo el número de parpadeos, la cantidad de bostezos o movimientos inadecuados entre otras medidas; pero que caían en saco roto, cuando el chofer del camión era quien terminaba tomando la última decisión, para bien o para mal.

Esta reflexión, la extrapolaba con las decisiones que terminaba tomando una persona en una organización pública o privada (sea el rey o paje) y que se convertían en inconductas funcionales, practicas cuestionables, conflictos de intereses, malas practicas o actos de corrupción, todo ello, a la luz también, de los esfuerzos en dichas entidades para implementar mecanismos de integridad, códigos de ética, sistemas de compliance, modelos de prevención, reglamentos, cámaras de video vigilancia, sistemas de seguridad patrimonial, etc.  

De lo descrito, estas dos situaciones tienen un aspecto en común:

Pueden existir una serie de mecanismos preventivos para evitar que nosotros las personas hagamos cosas indebidas, inclusive siendo participes de estos mecanismos, por ejemplo: firmando compromisos, declaraciones juradas, recibiendo academias, participando en simulacros, entrevistas con el uso de polígrafo, charlas, test de personalidad, entre otros; pero si a pesar de ello, nosotros tomamos la decisión de obrar mal o de ir por el camino incorrecto, no existe aún,  algún tipo de mecanismo  (al mejor estilo de un scanner de maletas) que permita detectar cuales son los valores que tenemos y como estos pueden incidir en llevarnos a tomar una decisión incorrecta o fuera de los parámetros normales.

Todos nosotros tenemos nuestra escala de valores, los cuales nos acompañan desde que somos conscientes de discernir entre algo bueno o malo, entre algo correcto o incorrecto, entre el bien y el mal; y estos valores van cambiando, conforme vamos creciendo y viviendo diferentes experiencias, convirtiéndose algunos en virtudes. Los valores nacen en casa, en el seno del hogar, en la convivencia familiar, en las charlas, ejemplos y acciones. Se refuerzan y ensayan en los colegios (se debería), incluso en la interacción de maestros con los padres para complementar o cerrar alguna brecha de los hijos. Luego, en las instituciones educativas de pre grado se terminan de consolidar con el fin de prepararnos para salir y vivir en el “mundo real” en donde existen cosas positivas, buenas personas y oportunidades; pero también, en donde existen malos ejemplos, malas prácticas y/o influencias negativas, las cuales nos ponen a prueba y a nuestra estructura de valores.

Es importante mencionar que en el artículo 14 de la Constitución Política del Perú considera entre otros lo siguiente: ”…. La formación ética y cívica y la enseñanza de la Constitución y de los derechos humanos son obligatorias en todo el proceso educativo civil o militar…” . Es decir, es una obligación del estado a través de las entidades a cargo el disponer que esto se cumpla.

No obstante, en el “mundo real” somos testigos como nuestra sociedad actual es el reflejo contrario a este mandato constitucional. El contexto que nos toca vivir desde hace muchos años esta circunscrito a diferentes aspectos:

“Viveza criolla”: es concebida como el camino para obtener un beneficio o hacer las cosas de manera rápida, by paseando reglas, procedimientos o disposiciones. Siendo incluso resaltado esto por muchos adultos hacia sus menores hijos como una enseñanza para la vida (“hijo siempre tienes que ser vivo”). La viveza criolla la vemos a diario en quienes se parquean en los lugares señalados con exclusividad para las personas con discapacidad, no siéndolo. La viveza criolla la vemos en empresas o personas que venden números para pegarlas encima de los números de las placas de rodaje, con la finalidad de evitar la aplicación de foto papeletas.  La viveza criolla la vemos en quienes no utilizan los puentes peatonales y cruzan debajo de ellos exponiendo sus vidas. La viveza criolla la vemos en las redes sociales con personas explicando como no pagar impuestos o como sacar créditos de un banco y de otro y nunca pagar. La viveza criolla la vemos cuando alguien en su auto adelanta por el carril de la derecha que es para motociclistas, paraderos o carril de emergencia. La viveza criolla la vemos en los postulantes a los exámenes de ingreso a las universidades ingresando con equipos de comunicaciones para que desde afuera les dicten las respuestas. Ejemplos hay muchos de viveza criolla, ser “pepe el vivo” es una contante.

“Hecha la ley, hecha la trampa”, “sacar la vuelta al sistema” o “roba pero hace obra” son algunas de las expresiones a las que estamos acostumbrados, las cuales en el tiempo se han normalizado y eso es un problema ya que dada su frecuencia y difusión con diferentes ejemplos se vuelven parte de nuestra idiosincrasia.

Aunado a ello, la falta de civismo, la falta de respeto a nuestros símbolos patrios y el desconocimiento de nuestra propia historia son parte del reflejo de los vacíos en la formación en valores.  

Formar en valores significa ser conscientes que en el “mundo allá afuera” existen comunidades inseguras, padres ausentes, malas influencias, cero compromisos de algunos docentes o colegios, crianza de hijos sin límites, libertinaje en redes sociales y medios de comunicación, autoridades que no dan el ejemplo, campañas de desprestigio contra la familia,  entre otras más; lo cual, tal como diría Hernán Lanzara: “ la ausencia de valores, es una pandemia que genera males en nuestra sociedad:  insensibilidad, falta de respeto, ausencia de honestidad y falta de justicia”.

¿Estaremos a tiempo de no caer en el abismo?, ya en la encuesta del bicentenario  (2020) el 50% de los encuestados consideraba que los peruanos no practicábamos ningún valor y en la encuesta mundial de valores (2018) el 96% consideraba que era muy difícil confiar en los demás, asimismo, de acuerdo a la encuesta Global de Integridad (2024) de Ernest & Young, el 47% de los encuestados consideraba que los ejecutivos peruanos estarían dispuestos a comportarse de manera no ética a fin de lograr mejorar en su carrera o remuneración.

¿Qué necesitamos entonces?

En el año 2017 se promulgo la Política Nacional de Integridad y Lucha contra la Corrupción en donde se establecían los objetivos, lineamientos y estándares que deben cumplir las instituciones del Estado para promover la integridad, prevenir y sancionar la corrupción. A la fecha, viene implementándose en las diferentes entidades del estado, en la búsqueda de su interiorización como herramienta para prevenir los delitos antes de que sean cometidos, mitigar los riesgos e ir hacia las causas que originan los mismos. Considero que es una tarea titánica, la cual compromete el esfuerzo de todos en el aparato público. Desde el lado privado también hay esfuerzos, como los desplegados por la organización empresarios por la integridad, los cuales también desde el año 2017 tienen como visión “Ser una organización reconocida, promotora de valores y agente de cambio en la lucha contra la corrupción en el Perú”.

Existe también, la Estrategia Nacional de Civismo y Educación en Valores denominada “101 % Buen Ciudadano” aprobada el año 2023, la cual tiene como objetivo promover el civismo, la ética ciudadana, los derechos humanos y la convivencia democrática en toda la población peruana, donde cada ciudadano, al internalizar estos valores, contribuya activamente al desarrollo sostenible y bienestar común del país; actualmente, se encuentra en marcha, con avances significativos en la producción y difusión de materiales educativos a través de los microprogramas que se encuentran disponibles en la lista de reproducción oficial del Ministerio de Educación en YouTube, siendo protagonista “Micaela, la misteriosa chica de las leyes”. Asimismo, en el mes de mayo del año 2023 se aprobó la ley que declara de interés nacional la introducción de contenidos curriculares de estudio sobre educación cívica e historia de la subversión y el terrorismo en el Perú en las instituciones educativas del país, resaltando que desde hace muchos años en la currícula escolar de los colegios privados ya se vienen implementando. Actualmente se encuentra en marcha.

Asimismo, en la exposición acerca del índice de la corrupción en el Perú en el año 2024 por parte de la Contraloría General de la República, se consideró como una de las causas estructurales de la corrupción “la carencia de un sistema de valores”, por lo que una de las reformas que tendría que aplicar el estado es la de generar un “cambio cultural” pero que este dada nuestra idiosincrasia seria de largo plazo.

Además, en los últimos años se ha incrementado la implementación de sistemas de compliance, modelos de prevención, sistemas contra el lavado de activos y una serie de normas ISO relacionadas al antisoborno, gobernanza de las organizaciones, canales de denuncias, entre otras.

Por lo visto anteriormente, existen políticas y esfuerzos desde el ámbito público y privado para fortalecer los valores, pero a pesar de ello, queda en la persona “la última decisión”.

Considero que, desde nuestras posiciones en los roles que desarrollamos, tenemos que ser “agentes de cambio”, desde nuestros hogares con el buen ejemplo, desde las organizaciones que integramos siendo lideres con integridad, ética y moral. Es un camino de largo aliento, con mucha oposición y resistencia, “cambiar el chip” de las personas no es fácil, cambiar la manera como ven el mundo tampoco, cambiar conductas es tener mucha resiliencia, mucha empatía y asertividad. Nuestro país, tiene una cultura milenaria, aquí han nacido grandes personas que han dejado un legado para todos nosotros. Nunca es tarde para generar cambios, nunca es tarde para accionar, nunca es tarde para visualizar un país más integro, un país con valores cimentados, un país con personas basadas en un accionar por convicción, respetuosas y solidarias. Aún estamos a tiempo.

Algunas de las acciones estarían relacionadas (tal como hiciera Singapur en los años sesenta), en reforzar la educación con enfoque en valores (de la que ya tenemos una estrategia aprobada e implementándose), la misma que contribuya y complemente a fomentar desde la infancia el pensamiento crítico, la empatía, el respeto, la igualdad, la cooperación y la responsabilidad social. Y tal como lo establece nuestra Constitución incluir en los programas educativos temas como ética, sostenibilidad, diversidad y ciudadanía.

Es importante contar con el ejemplo del liderazgo de los líderes políticos, empresariales y sociales, de manera tal que vivan los valores que predican, como: transparencia, justicia, solidaridad, humildad. Esta demostrado científicamente que el cambio de valores se facilita cuando quienes son los referentes públicos y privados, actúan con coherencia.

Un ámbito muy importante está relacionado con los medios de comunicación, los cuales son responsables de promover contenidos que inspiren conciencia social, respeto y sentido crítico, en vez de banalidad, violencia o consumismo extremo. Son a través de ellos que se pueden visibilizar historias de personas y colectivos que aportan positivamente a la sociedad.

Las amenazas a los hogares y a sus miembros están muchas veces en las comunidades en donde habitan, por lo que es necesario el fortalecimiento del tejido comunitario, el cual es responsabilidad de las autoridades locales principalmente y que sirva para fomentar espacios de encuentro, diálogo y cooperación entre vecinos, barrios, pueblos. Lo comunitario fortalece valores como la solidaridad y el compromiso mutuo.

Mas allá de las responsabilidades a nivel Estado, comunidad, organizaciones privadas o públicas, todo parte del nivel de compromiso que tengamos desde nuestro entorno más íntimo y que pueda convertirse en la transformación de muchas personas allá afuera, contribuyendo como personas comunes y corrientes en hacer cosas extraordinarias, las cuales pueden imitarse y generar un efecto multiplicador positivo en la sociedad.

Estamos en el camino, es nuestra hora y oportunidad de dejar a quienes nos siguen un país mejor, un país con valores, un país sin corrupción, un país con verdaderos lideres que inspiran, porque son íntegros, éticos y morales.

¿Quieres ser un agente de cambio para salvar del abismo a los valores?

 

 

Jorge Padilla

20 de abril 2025

Diario de bitácora, articulo número 39 




Comentarios

  1. Muy interesante, todos tenemos que ser agentes de cambio.

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  2. Completamente de acuerdo, tenemos que comprometernos en generar un cambio cultural en todos los ámbitos donde interactuamos, ya sea familiar, laboral, amical, etc. La clave es entender que ese cambio no se logra de inmediato, por lo tanto no bajar la guardia...

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  3. De acuerdo. Pero lo que falta tambien enseñar a los chicos en las universidades o institutos superiores son los derechos laborales que tienen todos una vez que empiezan a trabajar. Los chicos no lo saben y allí creo se está fallando tambien. Todos debemos empujar el coche para un rumbo mejor.

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  4. Excelente para reflexión y crear la nueva visión de país

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  5. Excelente artículo estimado Jefe!

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